El Bachillerato Salteño para Adultos (BSPA) comenzó a funcionar en la década del 80, durante la gobernación de don Roberto Romero, quien le dio impulso y aliento en toda la provincia, en la que hay más de cincuenta. Los BSPA, como se los llama, constituyeron y constituyen, hasta hoy, por lo menos, una respuesta satisfactoria a las necesidades de jóvenes y adultos.
Pero el piso de tranquilidad empezó a moverse. Desde el Ministerio de Educación llegaban rumores de que la Dirección General de Regímenes Especiales sería disuelta y que los BSPA no solamente sufrirían modificaciones, como cambio de horarios, sino que con la desaparición de la mencionada Dirección General ellos, los BSPA, estarían en riesgo de ser borrados del mapa.
Alumnos, docentes y empleados de esos establecimientos, ante la amenaza, se manifestaron en las calles de nuestra ciudad. Pidieron hablar con la ministra Adriana López Figueroa y esta funcionaria no les dio ni la hora, “altiva y soberbia cual diosa pagana”, como señala la letra de una conocida canción.El descontento popular llegó a oídos de los senadores lugareños, quienes la citaron para que informe sobre la situación.
En el recinto senatorial doña Adriana admitió que se prevé un cambio de horario de clase en los BSPA y afirmó que los bachilleratos para adultos no corren peligro de cerrar aunque desaparezca la Dirección General de Regímenes Especiales, opinión que no es compartida ni en un ápice por los afectados que ven esa medida como un paso previo a la temida clausura de aquellos.
Cuando los legisladores le pidieron que dialogue con los que se manifiestan contra la disolución de Regímenes Especiales, la López Figueroa expresó que esa conversación no tendría sentido porque ella “no daría marcha atrás en su decisión” (o decisión del gobierno de Urtubey) y que desde hace dos años viene pensando en eso. Y añadió que, al fin y al cabo, la disolución de Regímenes Especiales es “sólo un cambio administrativo”, y remató que como ella es la autoridad “no tiene por qué andar consultando sus decisiones”. ¿Autoridad o autoritarismo?
¿Y por qué razón la señorita ministra López Figueroa (o el gobierno de Urtubey) estima que es acertado ponerle fin a la existencia de la Dirección General de Regímenes Especiales?
La funcionaria lo explica: la educación para adultos, dijo, está funcionando con altos índices de deserción, puesto que sólo un 21 por ciento de alumnos inscriptos egresa. Y esta circunstancia lo atribuye a “la falta de capacitación de los docentes”.
Y ahí saltó Silvina Vargas, senadora por Cafayate: -“¿Usted está haciendo un mea culpa? Dice usted que las cosas están mal, que los docentes no están capacitados. Pero esa es su responsabilidad!”, le puso el cascabel. Que se sepa no hubo respuesta.
La ministra destacó que los docentes de los BSPA no concursaron sus cargos. Es verdad, pero no concursaron porque nunca de los jamases los llamaron a concursar, lo que es una señal de una política educacional defectuosa que se ocupa, y nada bien, casi de forma exclusiva, de la llamada educación “común y sistemática”. Los adultos, ¿que se embromen?
Hay más, por supuesto que hay más. Para ser justos, digamos que las fallas en la educación argentina vienen de lejos. Sin duda desde el momento en que nuestra educación, en sus tres niveles, dejó de ser ejemplo y orgullo en toda Sudamérica para convertirse en esta parodia o caricatura de lo que fue. Pero la señorita ministra! Qué cacho de orsai que está cometiendo!
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