Los primeros balbuceos, el primer diente, los primeros pasos de la beba fueron admirados por compañeros y profesores de Romina. Hay noches en las que no sabe cómo hacer para acallar el llanto de la niña y la incomodidad se apodera de la joven madre. La nueva etapa y las ansias del título implican ahora un doble sacrificio a superar.
“Ella es muy chiquita y no tengo quién me la cuide en casa. El BSPA me brinda la oportunidad de terminar mis estudios y asumo este desafío porque necesito el título”, admitió Romina, con evidente madurez. En las horas de clase no faltan canciones de arrullo y hasta brazos de profesores acunan a Melina mientras su mamá rinde un examen.
Bony saldó una deuda

“Hoy puedo leer una noticia, interiorizarme de la actualidad sin pedir ayuda a alguno de mis hijos”, contó Bony con satisfacción por la tarea cumplida. Atrás quedaron los recuerdos de cuando deletreaba en silencio con la mirada esquiva disimulando su ignorancia.
Es una mujer amorosa, risueña y sencilla. Sus manos curtidas por el trabajo de años en casas de familias doblaron el esfuerzo entre 2004 y 2009: de día limpiaban y de noche escribían.
Bony hoy tiene 58 años y una nieta más. En las tardes le lee cuentos infantiles cortos de la tortuga, el avestruz y el elefante, que no pudo contar a ninguno de sus hijos.
Fuente: Diario El Tribuno
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