lunes, 27 de junio de 2011

La prueba PISA y la Educación Argentina

Los últimos informes del Programa Internacional de Evaluación de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), financiado por la Organización Mundial para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), colocan a la Argentina en un lugar francamente preocupante, tanto en los indicadores de rendimiento educativo en Matemática, Lengua y Ciencias (en el puesto 58 sobre 65) como en disciplina escolar. En este último ítem, nuestros estudiantes aparecen como ¡los más indisciplinados del mundo!
No obstante, sin desmerecer el valor de esos estudios, es necesario señalar algunos interrogantes:
1) ¿No será necesario repensar con otros indicadores la calidad educativa?

2) ¿Puede la calidad educativa ser pensada sin considerar metodológicamente, por ejemplo, el mayor ingreso de estudiantes al nivel secundario y su impacto en un modelo históricamente selectivo?

3) ¿Puede la calidad educativa ser pensada sin contextualizar los aspectos culturales y sociales de los diferentes países y, dentro de nuestro país, sus distintas regiones?

4) ¿Puede estar dentro de un ranking la calidad educativa desde pruebas estandarizadas cuando el aprendizaje aparece como un fenómeno altamente complejo?

5) ¿Pueden ser válidos resultados generales, cuando los estudiantes no llegan todos iguales a la escuela, como tampoco egresan con los mismos saberes?

6) ¿Alcanzan estas pruebas, cuando hoy –y cada vez con más frecuencia– hablamos de inteligencias múltiples y de diversidad?

7) ¿Se puede hablar de calidad educativa sin determinar claramente qué entendemos por ella, en cada uno de los niveles del sistema educativo?

Los indisciplinados

También en este programa nuestros estudiantes aparecen entre los de mayor indisciplina del mundo, en un análisis de la situación en 75 países.

La prueba fue realizada en función de la cantidad de interrupciones que se producen en el aula en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Esta información también debe llevar a la reflexión, sin dejar de reconocer que el problema de la convivencia aparece como una fuerte preocupación entre directivos y docentes.

Sin embargo, ¿cómo se construye ese lugar? Vayan aquí algunos interrogantes a modo de reflexión:
a) ¿Es lo mismo la convivencia que la disciplina?

b) ¿Cómo se explica que el tercer lugar en el ranking de indisciplina lo tenga Finlandia, que cuenta, según la Ocde, con uno de los mejores sistemas educativos del mundo? ¿ Es posible alcanzar ese lugar de privilegio con estudiantes que interrumpen la clase de manera constante?

c) ¿Los estudiantes comprenden de igual manera el concepto de disciplina en los 75 países relevados?
Entendemos que la calidad educativa es una expresión que admite numerosos sentidos, y es más conveniente el término "rendimiento escolar" si queremos referirnos a lo que se aprende en la escuela.

A su vez, aparece como un reduccionismo considerar sólo la disciplina escolar, sin avanzar en una mirada más compleja acerca de la convivencia, las nuevas formas de autoridad, las obligaciones y los derechos.

Es necesario que los sistemas educativos sean evaluados y es ésta una fuerte obligación de los estados, pero estas evaluaciones deberían ayudar a entender los problemas, a facilitar la construcción de herramientas que nos permitan generar políticas educativas que propicien los cambios que se necesitan y que no induzcan a tener una mirada distorsionada de lo que en realidad ocurre dentro de las escuelas.

Edgardo Carandino

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